
Al fenecer el ultimo halo de la noche abro los ojos para buscar al sol a través del umbral pero solo encuentro el grisáceo color de las nubes portentosas, que privan al sol de extender su fulgor, siento de pronto un viento insaciable que se apodera de cada espacio de mi realidad, inhalo su fragancia perniciosa que recorre cada uno de mis sentidos y mi espíritu estalla en un sin fin de sensaciones exageradas que me consumen.
Me muevo con adrenalina disonante, haciendo de mi realidad un viaje en espiral atravesando dimensiones alternas que me hacen ver cada instante en mi vida, donde la emoción desbordo en sus miles de formas. Mis sentidos extasiados ante tal espectáculo le rinden homenaje en un frenético ritual lleno de sonidos indecibles y percusiones en rima enarboladas por un eco místico que consume el silencio de un mundo que parece haber muerto.
En mi interior escucho una melodía desconocida que va recorriendo cada partícula enmudecida, despertando su deseo y su anhelo, melodía que se alza imponente desde los mas profundos abismos de mi existencia, haciéndome saber que estoy caminando hacia mi destino.
Dedicada a aquellos días donde el viento muestra su verdadera grandeza ...
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